En 1967 Don Julio González comenzó a distribuir prepizzas en el barrio, en su Chevrolet 38.
Al poco tiempo alquiló una panadería y estableció una fábrica artesanal donde empezó a elaborar las tapas para empanada y para pascualina y luego las pastas frescas.
Hoy su hijo Julio, y sus sobrinos José y Gustavo, llevan adelante este proyecto familiar que gracias a los sueños y la dedicación de su fundador, pasó de ser una pequeña fábrica que cortaba los discos a mano, a ser una empresa reconocida en todo el país.